La Estación Norte, conocida en valenciano como Estació del Nord, se ha convertido en un lugar más de mi día día, o mejor dicho, de mi nuevo día a día. Cada viernes por la mediodía cojo el tren desde esta estación para volver a mi pueblo (Yecla) a pasar el finde de semana con mis padres, y regreso a la estación el domingo por la noche.
A lo largo de estos meses he observado su arquitectura, su ambiente y su gente. En cuanto a lo primero, es evidente que es una estación espectacular. Fue inaugurada en 1917, por lo que podemos situarla en un estilo modernista, con una fachada llamativa, en la cual se encuentra ese reloj que tantas veces he mirado mientras corría para no perder el tren (ya lo perdí una de las primeras veces justo delante de mi).
Una vez estamos en su interior podemos observar su enorme cubierta de metal, las tiendas a ambos lados de la estación y, al fondo, lo más importante, las vías de los trenes. Sin embargo, lo que más me llama la atención de la estación, es su ambiente, pues puede cambiar mucho según la hora del día en la que nos encontremos.
Cuando estoy esperando que salga el tren los viernes al mediodía, puedo escuchar el jaleo de la gente hablando, riendo, reencontrándose, comiendo… También escucho el ruido de las cafeterías en marcha, la música de la tiendas o las maletas rodando con prisa. En cambio, cuando llego los domingos por la noche a la estación todo es muchísimo más calmado, las tiendas están cerradas y la gente anda mucho más tranquila, simplemente se escucha un sonido monótono de las maletas rodando por el suelo.
Una vez he vivido ambas situaciones, puedo decir que veo la estación muy distinta, ya que el ambiente que rodea un lugar pienso que influye mucho en la forma de ver su arquitectura. Los viernes la Estación del Norte me parece un sitio muy agitado con mucho movimiento, pero los domingos se transforma a un lugar solitario e imponente, transmitiéndome unas sensaciones totalmente diferentes.
En definitiva, a pesar de todo, en ambas situaciones esta estación sigue siendo un lugar único y deslumbrante de la ciudad de Valencia.